31 de diciembre de 1990: Esa tarde estaban nuestro hermano Juanjo y el Tío Juan sentados en un viejo banco de cemento en la terraza del bar. El ambiente en este lugar siempre ha sido muy relajado, por sus vistas, su sencillez, su encanto marinero… Ello favorece que al final de la jornada apetezca tener una conversación con algún compañero o simplemente observar la magia de la bahía. Ese día, Juanjo vio en la orilla algo flotando.
Se lo comentó a Juan y éste no le dio importancia. Juanjo se acercó y vio que aquella cosa se movía. Era un calamar enorme. Lo cogió con sus manos. El Tío Juan no daba crédito. El Calamar pesó catorce kilos. Se acercaron muchos vecinos e hicimos numerosas fotos. Incluso se publicó en el Canarias 7. Lo congelamos y todos los días venían clientes de todos sitios a ver al ejemplar. Luego, a los quince días hicimos un asadero.
Lo preparó Manolo el Negrón, el Patrón, un especialista. Arrugamos unas papas y lo compartimos con todos los presentes.